Hacía un par de años que Carlos y yo vivíamos juntos en Barcelona. Nos iba bien y era nuestra ciudad favorita, allí podíamos disfrutar desde los rincones más silenciosos y entrañables, hasta las calles llenas de gente paseando en un día festivo. La diversidad de esa ciudad nos apasionaba.
Ricardo, era un buen amigo de Carlos de toda la vida que se había mudado con su pareja Ismael al centro de la ciudad. Eran una pareja de gays adorables y muy divertidos, me reía muchísimo con ellos y sus ocurrencias, a parte de disfrutar culturalmente de todos sus conocimientos. Nos invitaron una noche a cenar para enseñarnos su piso. Nada más entrar me llamó la atención el cuadro que tenía en la entradita, situado a la izquierda de un espejo de cuerpo entero. Se trataba de un cuadro ambientado en una playa, donde se podían observar tres barcos con una única vela triangular, blanca y gigante. Por la orilla de la playa paseaban tres mujeres cabizbajas con una cesta cada una y una de ellas sosteniendo a un bebé. Por la vestimenta de las mujeres y el estilo de los barcos seguro que representaba una escena de una época muy antigua.
-Ricardo, ¿y ese cuadro? No recuerdo haberlo visto en el otro piso.- pregunté con curiosidad.
-Es cierto, lo pintó este verano pasado Ismael. El original es de Joaquín Sorolla, y se llama "Las tres velas".
-¿Te gusta? Nunca había pintado ninguno marítimo, encontré este por casualidad y me gustó mucho. Se lo regalé a Ricardo para su cumpleaños, porque sé que le encanta la costa.
A pesar de ser una tontería, el cuadro me recordó a una situación muy divertida y anecdótica de mi infancia con mi mejor amiga, Alicia. Me hizo sonreír durante unos minutos disfrutando del recuerdo. Alicia y yo nos conocimos siendo niñas porque practicamos el mismo deporte y ella tenía una casa en Tarragona, muchas veces me invitó a veranear durante nuestra adolescencia.
Una mañana, Alicia estaba muy afónica, apenas podía hablar. Igualmente seguimos nuestra rutina matinal, ir a la playa a bañarnos y a tomar el sol, lo habitual cuando veraneas en la costa. Le sugerí que no hablara para que se pudiera recuperar más rápidamente. Nos conocíamos tanto que podíamos pasarnos las horas que quisiéramos juntas sin hablarnos, tan sólo compartiendo el silencio y nuestra compañía, haciendo lo que estuviéramos haciendo en ese momento. Ya estábamos en la playa, tumbadas tomando el sol, yo escuchaba música con los auriculares puestos. De repente, me di cuenta de que Alicia quería decirme algo. Me quité el auricular izquierdo y pregunté ¿qué? Ella señalaba el horizonte y dijo afónicamente, con un leve susurro: "Mira, los barcos..." Yo iba sin mis gafas y era imposible que pudiera divisar los barcos que seguramente navegaban a lo lejos e intentaba mostrarme. Me resultó una situación tan absurda que me empecé a reír a carcajadas sin parar. Ella, afónica que no podía casi hablar, yo, cegata perdida y después de estar horas en silencio lo único que se le ocurre decirme es que mirara los barcos... en fin.
Aprovechando la situación y el recuerdo que me devolvió el cuadro, me prometí que la llamaría al día siguiente para ver cómo estaba y para ver si quedábamos y nos poníamos al día sobre nuestras vidas. Nos habíamos ido distanciando poco a poco desde que me había mudado con Carlos y, lo típico, que llega un momento en el cada uno tira por su lado, aunque sigas recordando esos momentos anecdóticos e inolvidables que te hacen sonreír y echar de menos una época pasada.
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Otro relato para la propuesta de mayo de Relats conjunts.
A Anna y Marta,
por inspirarme en ellas
para escribir este pequeño relato.
por inspirarme en ellas
para escribir este pequeño relato.
5 comentarios:
Me gusta el relato, ligero y cotidiano.
Enhorabuena.
Entras en el realto de lleno y te arrastra y arrastra hasta el fin, siempre con una media sonrisa en la boca.
Tu escritura es muy libre, me gusta.
Entras en el relato y te arrastra y arrastra hasta el final, siempre con una media sonrisa en la boca.
Tu escritura es libre y me gusta.
Me ha gustado mucho. Se lee muy bien. La verdad es que tiene smadera de escritora. Un beso.
El cuadro teje su red de recuerdos y evocaciones, y conjunta personajes y situaciones de lo más diverso. Bon relat! ^_^
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