Final que presenté:
...No pude avanzar mucho más, ya que al bajar las escaleras mi cuerpo se desequilibró y caí rodando por las que me quedaban aún por bajar hasta el entresuelo. El ruido alarmó a los vecinos que acudieron en mi ayuda, tú ya estarías llegando al bar donde siempre te emborrachabas. Mi estado era bastante grave aunque por suerte habían llamado a una ambulancia que tardó pocos minutos en llegar. Los niños se quedaron en casa de las vecinas y a mí me trasladaron rápidamente al hospital. Ahora tú estás en la cárcel y yo viviendo con un hombre maravilloso que nos quiere, que cuida de mí y de mis hijos, cosa que tú nunca supiste hacer. Ojala lo hubiera conocido a él antes que a ti, aunque lo conociera en el hospital donde me llevaron después del incidente. De todas formas yo no te debo nada, tú me debes todos esos años de vida y a nuestros hijos también. Inevitablemente, las lágrimas mojaron el papel donde escribía. Púdrete en el más jodido infierno. Escribiré esta frase y todas las anteriores las veces que haga falta hasta que eso suceda. Ya habían pasado cuatro años y Pilar todavía tenía pesadillas de vez en cuando. Su psicóloga le había recomendado escribir las peores situaciones vividas por su culpa o las mismas pesadillas que tenía. Luego debía quemar los escritos y observar cómo lo hacían lentamente hasta desaparecer, todas las veces que hicieran falta hasta que no lo necesitara hacer más. Como si observara cada vez ese infierno donde deseaba que él se pudriera. Sólo así podría descansar y vivir en paz.
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