13.2.09

L'amistat, de Francesc Torralba

Hace un par de semanas, cuando volvía de un examen, me dirigí a la estación de Sabadell Centro para coger el tren hacía Cerdanyola, para volver a casa. Me encontré en el suelo un pequeño librito del programa “Tasta’m” (“Pruébame”).

Hago un inciso para explicar de qué va. Es un programa presentado por los gobiernos catalán y balear que distribuirá los primeros capítulos de novedades editoriales en los transportes públicos, y RENFE (que lo utilizo habitualmente) es uno de ellos. Antes de leer éste, ya leí otro que vi en la estación, pero no en el suelo:

Título: Criatures d'un altre planeta. Crònica d'una lluita contra la síndrome de Rett (Criaturas de otro planeta. Crónica de una lucha contra el síndrome de Rett)
Autora: Elisabet Pedrosa
Reseña: Gina, la hija de la autora, padece el Síndrome de Rett, una enfermedad neurológica muy invalidante. Es un relato en el cual se sentiran identificados todos aquellos que han vivido experiencias similares y que conmoverá a todo el mundo.

Y el que encontré de casualidad en el suelo, al que le dedico la actualización es este:

Título: L'amistat (La amistad)
Autor: Francesc Torralba
Reseña: El camino a la felicidad personal no es un camino solitario, una especie de lucha individual contra un mundo de contrariedades. Es un camino en diálogo, que exige necesariamente la abertura a los demás, la vinculación afectiva y efectiva, la relación confidente e íntima que no esconde ningún secreto y que busca, por encima de todo, el bien del otro. La amistad es relación, pero, en ningún caso, un obstáculo a la libertad.

Me he tomado la molestia el placer de subrallar las ideas más importantes de este capítulo (a mi parecer) sobre la amistad y copiarlas para vosotros. Espero que disfrutéis de su lectura tanto como lo he hecho yo. Porque la amistad nos rodea y está en todas partes y es bueno, saber y hablar de ella, conocerla fonso. Es largo, pero se hace muy ameno, y os hará pensar realmente en vuestros amigos y la relación que tenéis con ellos.

El tesoro más grande

Amistad: gama de sentimientos, tejido de sensaciones, vivencia personal que supone tener un amigo en el mundo, saber que se puede contar con un alma gemela y que, hasta en la desgracia, en la calumnia y en la desdicha, estará de nuestro lado.

Lo más relevante no es leer, sino saber leer (Arthur Schopenhauer)
La lectura es un desplazamiento visual horizontal, pero la relectura cala más hondo en el alma, deja rastro en ella, porque en releer, los pensamientos hacen surco en la memoria.

Los seres humanos se hacen amigos. No son amigos de entrada, pero tienen la potencia amical. Nace de una afinidad emocional, muy íntima, se experimenta como una llamada interior.

Ser amigo de alguien implica sufrir y reír con él, llorar cuando él llora, disfrutar cuando él disfruta, visitarlo cuando está enfermo, ayudarlo cuando sufre una desgracia, consolarlo cuando la pena se instala en su corazón. ¿Quién podría decir ser amigo de alguien si olvidara estos deberes básicos?

La amistad no se puede comprar, ni vender. Es un ingrediente fundamental para la felicidad, un bien intangible que deleita el alma cuando hace experiencia.

La amistad es relación, pero en ningún caso, un obstáculo a la libertad. Ser amigo de alguien es una decisión libre, lleva asociado unas exigencias, unas obligaciones que el amigo asume de corazón y con completa consciencia.

El amigo nunca invade sin permiso la propia soledad. Sabe respetarla y preservarla como si fuera un tesoro muy valioso. El amigo solo se ingiere en el espacio personal, cuando repetidamente se le solicita.
La libertad es librarse a los demás. Librarse al amigo es un ejercicio de libertad, es romper la burbuja del egoísmo para escuchar las necesidades del amigo.


Los amigos trenzan lentamente la relación y los dos son responsables de la calidad del vínculo y de su curso. Es un lazo frágil e inestable, un vínculo entre un yo dispuesto a ser un yo y un tu dispuesto a ser un tu, pero un yo que se muestra permeable y dúctil y un tu que se revela receptivo y amable.

Tenemos simultáneamente más de un amigo, pero con cada uno el vínculo es diferente y también el grosor de la relación. Hay temas que no acostumbramos a tocar con un amigo, mientras que con del otro son muy habituales.
La amistad nunca es posesiva, ni puede decaer en un vínculo absorbente. Los amigos que nos encarcelan tienen fecha de caducidad, porque por naturaleza, todos huimos de las cárceles emocionales.

Un vínculo que humille no se puede calificar nunca de amistad, porque en la amistad no hay una relación de poder, de fuerza o de sumisión, sino de confianza, entendimiento y buena predisposición. Los amigos se tratan como iguales, con naturalidad.

Bien, verdad, belleza y unidad son los cuatro rasgos esenciales de la amistad.

En la amistad, siempre se necesita correspondencia, aunque el grado de amor entre las dos personas no sea exactamente el mismo y pueda existir un cierto desnivel.
Los amigos intercambian sus pensamientos, sus voluntades y afectos, que pertenecen a la propia intimidad personal y son sus mejores bienes propios.

El amor de amistad es mutua complicidad. Se da sin intención de retribución, como una entrega gratuita.
Hacer el bien al amigo es desear que el amigo sea él mismo, que tenga su propia vocación y su propio proyecto de vida; por eso el respeto no es solo una exigencia de libertad, sino de autenticidad de relaciones humanas.

La amistad deja huella, cala hondo en el alma y eso debe incomodar a nadie. Somos la huella de otros y también dejamos huella en nuestros similares. El ser humano, quiera o no, es un ser que deja rastro.

Disponer de un vínculo como la amistad es, ciertamente, un inmenso bien, un don que no se puede comparar con nada.
Saber que se puede contar con alguien en la noche más oscura, en el infierno más inhóspito, es un bien que solo puede valorar la persona que se ha encontrado en la noche más oscura de todas y se ha encontrado realmente sola, inmensamente sola, sin nadie más que ella. La amistad es, en este sentido, el antídoto de la desesperación.

Pensar siempre es un acto temerario, pero cuando el objeto del pensamiento son las relaciones humanas es doblemente temerario, puede tener graves consecuencias, no solo para uno mismo, sino para los otros.

La amistad se mueve en el plano de la profundidad y no de la superficie. Dos seres superficiales no pueden ser amigos. Solo pueden ser colegas, compañeros, y hasta buenos camaradas, pero la amistad es un fluido que se mueve por los terrenos más ocultos de la naturaleza humana y que nunca no ha tenido lugar si los dos partícipes no están dispuestos a ir hasta el fondo.
La superficialidad no satisface, ni llena el deseo de profundidades que tiene toda persona. Un amigo profundo es un don del cielo, un explorador que nos coge de la mano y nos conduce por grutas, hasta entonces, ignoradas.

Somos un mundo de posibilidades, un fajo de experiencias y podemos vivir vínculos y nuevas amistades que hasta ahora nos habían parecido muy extrañas. Nadie puede anticipar el futuro, ni predecir las relaciones que vivirá.
El futuro no está escrito. Hay vínculos que, para bien o para mal, transforman radicalmente las personas, su sensibilidad y manera de ver el mundo.



Cada día es una ofrenda, más aún, una ocasión para descubrir un ser humano, para construir una amistad. Los niños tienen una especial habilidad para relacionarse, para hacer amigos y estrechar vínculos. Los adultos necesitamos pretextos, tenemos que superar una espesa capa de prejuicios antes de hacer un nuevo amigo e incorporarlo en nuestra vida.

Las experiencias negativas del pasado, son un obstáculo en la creación de nueva amistades. Las heridas pretéritas son fuente de desconfianza en el futuro y la amistad se basa en la confianza.

El orgullo es un obstáculo para la amistad; tanto o más monumental como la desconfianza.

La vida humana no tiene un sentido puro biológico. La vida es algo más que lucha, aunque también lucha. Hemos venido a luchar, pero también a querer. ¿Qué sentido tendría luchar si no pudiéramos querer?
Vivir es convivir, compartir pensamientos y sentimientos, emociones y deseos, recuerdos y expectativas; es forjar vínculos, exponerse al fracaso, asumir las pérdidas y aceptar las ausencias.

En la toma de decisiones, estas siempre cuidando de la exposición al fracaso. Vivir es apostar y, en establecer nuevos vínculos y lazos, nos exponemos a la herida, a la rotura, a la traición y, también, a la infidelidad. Solo quien se expone vive plenamente, solo quien se expone está dispuesto a fracasar, pero solo él puede saborear los frutos codiciados de la amistad.

Todos tenemos amigos. Cada encuentro es, la antesala de un misterio, la ocasión de entrar en un nuevo reino. No podemos conocer a fondo todas las personas que nos entrecruzamos.
No disponemos de capacidades, ni de tiempo para poder ser amigos de todos. La amistad siempre es selectiva y es el fruto de una larga y constante dedicación. No somos omnipotentes. Escoger el amigo no es fácil, pero preservarlo a lo largo de los años aún menos.
La dejadez, la atonía el cansancio y la desidia son enemigos del vínculo de la amistad y la causa principal de su fin. Es un tesoro, pero es un tesoro frágil, muy vulnerable, que exige un gran trabajo de preservación.

Cuando alguien dice que tiene un amigo, no sabemos exactamente qué dice que tiene.

El amigo es quien atesora estas dos capacidades: saber querer y dejarse querer.




4 comentarios:

Bär dijo...

me lo leeré fijo!

Laura dijo...

Um... interesante propuesta, sin duda.

que lo hagan aquí también xD

Mònica López dijo...

Hola!
Me ha encantado releer los fragmentos que has transcrito en tu blog.
Esta mañana, buscaba un libro para regalar a un buen amigo, de aquellos que solemos llamar "almas gemelas", y justamente he encontrado el libro del que hablas.
Es verdaderamente hermoso tener amigos de verdad.
Un libro que, sin duda, es para leer y releer pequeños fragmentos cada día, para que, parafraseando al autor, su lectura deje rastro en nuestra alma y su relectura haga surcos en nuestra memoria.
Un saludo,
Mónica

calcetinrayado dijo...

Mónica: un placer tenerte por aquí, a mi también me encantó poder disfrutar de la lectura de estos fragmentos. Espero que a tu amigo le guste mucho tu regalo :)