25.12.08

El señor de rojo

Eran las 11 y media de la noche, acababan de cenar. Los tíos, primos y abuelos, después de ponerse las botas cenando y de hablar de temas absurdos e incomprensibles para él se fueron rápido a casa. Estaba nervioso, dudaba de si sería capaz de dormirse enseguida o no, porque él podía llegar en cualquier momento y no debería encontrarle despierto. Sus padres le dieron las buenas noches y se fueron todos a dormir. El comedor compartía pared con su habitación y allí se encontraba el árbol de Navidad, con los pares de zapatos de su hermana, sus padres y sus zapatillas preferidas bien colocados. Había dejado un vaso de leche, porque su madre siempre le decía que tenía una cosa que se llamaba calcio y que daba fuerza, y pensó que el señor de la barba blanca, gordo y de traje rojo necesitaba mucha para llevar y repartir los regalos a todos los niños en esa noche. Esperaba que no tuviera alergia o algo y le gustara, no quería que se enfadara porque en parte le daba un poco de miedo con esa voz tan grave.



No podía evitar estar nervioso, cualquier pequeño ruido le sobresaltaba incluso los de su propia imaginación, al pensar que era él y que estaba dejando los regalos. Sabía que podía llegar en cualquier momento. Estaba tumbado en su cama, tapado hasta arriba, con las sábanas, la manta y el edredón. Cerraba los ojos pero la intranquilidad no le dejaba dormir. Muchas veces se había preguntado cómo un señor tan gordo podía caber por las chimeneas y entrar en todas las casas, seguro que con algún tipo de magia. Pensó en que ellos no tenían chimenea, entonces seguro que entraría por el balcón ya que había visto muchos Papa Noeles de mentira colgados de los balcones, como el suyo. Seguramente era una señal, una pista, para que no tuviera que perder el tiempo buscando la chimenea inexistente y pudiera encontrar directamente la entrada.



Justo en ese instante, escuchó un ruido en el tejado, se asustó, seguro que era él. Se agarró fuertemente a su peluche favorito, una tortuga bastante grande que le habían traído los Reyes Magos el año pasado, con la que dormía siempre y la que le daba seguridad y compañía por las noches. Pocos segundos después escuchó unos ruidos sospechosos al otro lado de la pared. Era él, estaba seguro, cerró los ojos e intentó mantenerse lo más quieto posible para que no se diera cuenta de que estaba despierto. También se escuchaba la rueda del hámster girar rápidamente, seguro que le había despertado y estaba inquieto por ver a un desconocido entrando en casa por la noche. De todas formas, deseaba que también le dejara algún regalo al animal, ya que era inevitable que lo viera despierto durmiendo en la misma habitación donde tenía que dejar los regalos. No había pensado en acogerlo en su habitación ese día.



Parecía que ya no se escuchaba nada, ya había dejado los regalos, estaban ahí, pero no podía levantarse a mirarlos por si aún no se había ido el señor, no le podía descubrir de ninguna manera. Así que se tranquilizó y pensó en levantarse pronto al día siguiente para ver si le había traído aquello que tanto deseaba y tenía curiosidad también por ver también los regalos de los demás. Cerró los ojos y tardó pocos minutos en dormirse.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo siento Papa Noel, Santa o como quiera que se llame..es siniestro!
Pero la ilusion dels nens..eso es lo mas bonito de la navidad..
Buon natal noia ^^

Montse dijo...

Feliz Navidad Krys!

Elyon_Lannister dijo...

¡Feliz Navidad!

La foto del papá Noel colgado de la ventana es total jajaja, yo tengo uno así xD (aunque este año han triunfado los Reyes Magos...)